El diario El País publicó ayer, 6 de junio de 2012, este artículo de Rafael Méndez. Por su interés, lo transcribo íntegro. El título original es: "La ONU alerta de cambios 'sin precedentes' en la Tierra".
Dos décadas
de buenas palabras y de discursos a favor del medio ambiente no han evitado que
los principales parámetros para medir la sostenibilidad de la actividad humana
hayan empeorado. El objetivo de contener el calentamiento en dos grados para
final de siglo se aleja; los océanos son cada vez más ácidos; la biodiversidad
desaparece a un ritmo desconocido desde la extinción de los dinosaurios y la
deforestación está alcanzando tales cotas que supondrá un coste para la economía
mundial superior a las pérdidas derivadas de la crisis financiera de 2008. Así
lo constata el informe GEO-5, elaborado
por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) como previa a la cumbre de Río+20 que se
celebrará en Brasil dos décadas después de la primera cumbre de la Tierra. De
90 objetivos solo hay avances significativos en cuatro. La ONU recomienda a los
Gobiernos que, entre otras cosas, acaben con las subvenciones a los
combustibles fósiles.
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DETERIORO DEL PLANETA. Mapa del Calentamiento de 1960 a 2009.
Gráficas de Población y alimentación de 1997 a 2007 y de
Reducción de poblaciones animales de 1970 a 2007 |
“Los
cambios que actualmente se observan en el sistema Tierra no tienen precedentes
en la historia de la Humanidad”, arranca el documento, en el que han colaborado
unos 600 expertos: “Los esfuerzos por reducir su velocidad o su magnitud han
dado resultados moderados pero no han conseguido revertir los cambios
ambientales adversos”.
El informe —que
alerta de que esas alteraciones de los ecosistemas no son lineales y que
llegados a un punto pueden ser abruptos e irreversibles— puede agitar algo la cumbre de Río, que
se presenta con un perfil bajo, menor que la de Johanesburgo en 2002 o la
primera, en Río en 1992.
Atmósfera. El
Pnuma señala que el Protocolo de Montreal ha logrado reducir la emisión de
sustancias que dañaban la capa de ozono. Suscrito en la ciudad canadiense en
1997, es el ejemplo de cooperación internacional para superar un problema
ambiental global. Tanto, que desde “1994 han mejorado en un 31% los indicadores
relativos a las sustancias que agotan el ozono en latitudes medias y
previsiblemente se han evitado unos 22 millones de casos de cataratas en
personas nacidas entre 1985 y 2100 en Estados Unidos, sin contar otros países”. Sin embargo, las conversaciones dentro de la Convención Marco de Naciones
Unidas para el Cambio Climático siguen estancadas o, en el mejor de los casos,
avanzan a un ritmo lentísimo. Así, el objetivo de limitar el calentamiento a
dos grados centígrados (pactado en la cumbre de Copenhague en 2009) se aleja.
Debido a la quema de combustibles fósiles iniciada con la revolución
industrial, la concentración de CO2 en la atmósfera es la mayor en 850.000 años
(ya roza las 400 partes por millón). Ese CO2 retiene parte del calor que emite
la Tierra y calienta el planeta. El IPCC considera que para eso habría que
limitar la concentración en 450 partes por millón. El Pnuma cree preciso
eliminar subsidios perversos o perjudiciales para el medio ambiente,
especialmente a los combustibles fósiles; impuestos a las emisiones de carbono;
incentivos forestales para la captura de carbono. Según la Agencia
Internacional de la Energía, la subvención a energía fósil en el mundo es cinco
veces mayor que la de renovables.
Uso del
suelo y deforestación. El informe señala que “el ritmo al que se pierden
los bosques, especialmente en los trópicos, sigue siendo alarmantemente elevado”
y lo atribuye a que “el crecimiento económico ha tenido lugar a expensas de los
recursos naturales y los ecosistemas; debido a los incentivos perjudiciales, es
probable que solo la deforestación y la degradación de los bosques supongan un
costo para la economía mundial, incluso, superior a las pérdidas derivadas de
la crisis financiera de 2008”.
Agua dulce. El
acceso al agua potable es una de las pocas buenas noticias. En 1990, la ONU fijó
el reto de reducir a la mitad antes de 2015 el número de personas sin acceso al
agua potable. El objetivo está a punto de ser conseguido (si no lo ha sido ya),
pero el Pnuma señala que no se alcanza el del saneamiento, ya que aún hay 2.600
millones de personas sin acceso a la depuración de aguas. El 80% de la población
vive en zonas amenazadas por la seguridad de suministro de agua.
Océanos. Las
señales de degradación del mar no cesan. “El número de zonas costeras eutróficas
(con proliferación de microorganismos por la contaminación) ha aumentado
considerablemente desde 1990: al menos 415 zonas costeras han dado signos de
una eutrofización grave y, de ellas, solo 13 se están recuperando”. Además de
la contaminación, “la absorción excesiva de CO2 de la atmósfera está provocando
la acidificación de los océanos, que se cierne como una gran amenaza para las
comunidades de arrecifes de coral y los mariscos”.
Biodiversidad. El
mundo vive la llamada “sexta extinción” de las especies, ya que la
biodiversidad desaparece a un ritmo desconocido desde la desaparición de los dinosaurios.
El Pnuma alerta de que “hasta dos tercios de las especies en algunos taxones
están amenazadas de extinción; las poblaciones de especies están en declive,
desde 1970, las poblaciones de vertebrados han disminuido en un 30%; y desde
1970 la conversión y la degradación han provocado una reducción del 20% en
algunos de los hábitats naturales”. “El cambio climático”, añade, “tendrá
repercusiones profundas en la biodiversidad”. El Pnuma cita un índice creado
por WWF, el del Planeta Vivo, que analiza los cambios en el tamaño de 7.953
poblaciones de 2.544 especies de pájaros, mamíferos, anfibios, reptiles y peces
de todo el planeta, que bajó un 20% entre 1970 y 2007 y recomienda aplicar “instrumentos
de mercado para los servicios de los ecosistemas, incluidos pagos por servicios
ecosistémicos”.